domingo, 28 de junho de 2015

Valoración de la movilidad en pacientes con amputación de miembro inferior



Evaluation of mobility in patients with a lower limb amputation

C.B. Samitier a, L. Guirao a, E. Pleguezuelos a, M.E. Pérez Mesquida a, G. Reverón a, M. Costea a

a Servicio de Medicina Física y Rehabiltiación, Hospital de Mataró, Mataró, Barcelona, España

Palabras Clave

Rehabilitación. Amputado. Amputación. Movilidad. Escala. Test. Marcha.

Keywords

Rehabilitation. Amputee. Amputation. Mobility. Scale. Test. Gait. Walking.

Resumen

Objetivo
El objetivo principal es revisar las herramientas disponibles para valorar la movilidad del paciente amputado de miembro inferior con el fin de identificar las más útiles en cuanto a información clínica, sencillez técnica y tiempo de realización para poder aplicarlas en la práctica clínica diaria. Los individuos que sufren una amputación de miembro inferior presentan un deterioro funcional que afecta a múltiples facetas de la vida, como la movilidad. La movilidad es una necesidad básica física, vital y social y su recuperación óptima es uno de los principales objetivos de los programas de rehabilitación del paciente amputado.
Método
Se realizó una búsqueda sistemática de los estudios relevantes publicados desde enero de 2003 hasta enero de 2010 en MEDLINE, EMBASE, Cochrane Database y PEDro, incluyendo ensayos clínicos aleatorizados, metaanálisis, revisiones sistemáticas y artículos de revisión; también se revisaron diversas guías de práctica clínica.
Resultados y conclusiones
A pesar de encontrar referencias de múltiples escalas genéricas, específicas, cuestionarios y tests de ejecución, no se encuentra en la literatura evidencia de consenso respecto a cuáles son las herramientas más adecuadas para valorar la movilidad del paciente amputado de extremidad inferior. Los tests de marcha se han demostrado fiables y sensibles a los cambios producidos por la rehabilitación, y su resultado se correlaciona con medidas de función física y con el uso de la prótesis, son prácticos y simples, por lo que pueden ser incluidos en la práctica clínica habitual, dejando los cuestionarios y tests específicos para el ámbito de la investigación.

Abstract

Objective
The principal objective was to review the available tools to measure mobility in lower limb amputees and to identify the most useful tools in terms of clinical information, technical simplicity and time to performance so that it can be used in the daily clinical practice. Individuals who have suffered a lower limb amputation have a functional deterioration that affects many aspects of life, including mobility. Mobility is a basic physical, vital and social need and its optimal recovery is one of the main objectives of the Rehabilitation programs for amputee patients.
Methods
We conducted a systematic search for relevant studies published from January 2003 to January 2010 in MEDLINE, EMBASE, Cochrane and PEDro Database, including randomized clinical trials, review articles, systematic reviews and meta-analysis. Several clinical practice guidelines were also reviewed.
Results and conclusions
Despite finding references of many generic scales, specific questionnaires and performance tests, no evidence of consensus was found in literature for the most appropriate tools to assess lower limb amputee's mobility. The Walking Tests have been found to be reliable and sensitive to changes related to the rehabilitation treatment and their outcomes are correlated with measures of physical function and the use of the prosthesis. They are practical and easy-to-use tests so that they can be included in the routine clinical practice, reserving the questionnaires and specific tests for research.

Artículo

IntroducciónLos individuos que sufren una amputación de la extremidad inferior presentan un deterioro funcional que afecta a múltiples facetas de la vida, como la movilidad, las actividades básicas de la vida diaria, la autoimagen y la sexualidad1.
La capacidad de deambulación resulta de gran importancia para la movilidad social y para la independencia para las actividades de la vida diaria2. Esto es importante porque las personas que sufren una amputación de miembro inferior, unilateral o bilateral, transfemoral o transtibial, tienen alteraciones de la marcha incluso una vez completado el programa de rehabilitación3.

El término movilidad se define como la «capacidad de moverse por sí mismo o de recibir movimiento por impulso ajeno»4 y, de acuerdo con la OMS, son componentes clave de la movilidad la capacidad de cambiar la composición corporal y la capacidad de caminar5. La movilidad es, especialmente en discapacitados, una necesidad básica física, vital y social, y su recuperación óptima representa un objetivo importante en los programas de rehabilitación6.

La valoración de la movilidad del paciente amputado resulta útil y necesaria durante todo el proceso de rehabilitación. Desde el inicio de la atención al paciente, deben proponerse objetivos reales y así determinar el tipo de protetización y el tratamiento de rehabilitación. Algunas guías de práctica clínica incluso recomiendan la valoración de la movilidad del paciente en la fase prequirúrgica, lo que puede ser útil para la decisión del nivel de amputación7.

El uso sistemático de medidas de valoración es cada vez más importante en el ámbito de la salud. Por una parte, nos permiten valorar y monitorizar la evolución del paciente para determinar los objetivos terapéuticos y el tratamiento a realizar y, por otra, determinar el impacto de un programa de tratamiento y valorar su coste-efectividad y su eficiencia.

Factores que influyen en la evaluaciónSe ha postulado la existencia de un aumento del coste energético de la marcha en estos pacientes, secundario a la disminución de eficiencia de la deambulación. De hecho, algunos autores han evidenciado diferencias entre la velocidad de la marcha y la distancia recorrida por individuos sanos y por amputados de extremidad inferior. Brooks et al3 observaron que los sujetos amputados recorrían durante 2 min una distancia significativamente menor (27,9±18,1 m) que los sujetos sanos (165-210 m) y Boonstra et al8 describieron la velocidad de marcha de sujetos sanos (83 m/min) y de pacientes amputados tibiales (45 m/min) y transfemorales (36 m/min).

Los amputados de extremidad inferior tienen un nivel de actividad bajo, menor capacidad de deambulación y un nivel de uso protésico bajo9. Uno de los principales objetivos del programa de rehabilitación es recuperar y mantener al máximo la capacidad para las actividades de la vida diaria utilizando los dispositivos protésicos10.

La clave para la independencia de los pacientes con amputación de extremidad inferior es su capacidad de caminar y moverse dentro y fuera del domicilio11. En general, la movilidad básica utilizando dispositivos protésicos debería permitir la deambulación de forma segura en domicilio e incluir la capacidad de realizar transferencias y giros10. Para vivir de forma independiente se requiere, además, de capacidad de marcha comunitaria12. Las amputaciones mayores de extremidad inferior conllevan una pérdida importante de movilidad, lo que implica un elevado riesgo de discapacidad para el autocuidado y la realización de las actividades de la vida diaria de forma independiente en la comunidad13.

Holden et al describieron que, con un nivel moderado de soporte familiar o social, un amputado debe caminar un mínimo de 600 pasos al día para vivir en una casa de un solo piso o apartamento y ser capaz de realizar las actividades básicas de la vida diaria. Para realizar una vida completamente independiente y tomar parte en las actividades sociales, el paciente amputado necesita caminar entre 1.100 y 1.450 pasos a diario12. Por otra parte, Geertzen et al2 estimaron que la capacidad de caminar 500 m o más permitía realizar las actividades de la vida diaria de forma independiente, y además era un determinante positivo en la calidad de vida del paciente amputado.

Observaron también que la capacidad de caminar 500 m o más disminuye conforme aumenta la edad y el nivel de amputación es más proximal13, y todavía es menor cuando la amputación es de causa vascular o por diabetes mellitus y/o cuando hay sensación de miembro fantasma o muñón doloroso2. Por lo tanto, es necesario monitorizar la capacidad de movilidad del paciente amputado, ya que puede verse afectada y variar por diversos factores como la comorbilidad aguda y crónica, cambios en el muñón, etc.

El objetivo de este trabajo es realizar una revisión de las herramientas disponibles para valorar la movilidad en el paciente amputado de miembro inferior, y así seleccionar las más útiles en cuanto a información clínica, sencillez técnica y tiempo de realización para poder aplicarlas en la práctica clínica diaria.

Herramientas de valoración
Se realizó una búsqueda bibliográfica en MEDLINE, EMBASE, Cochrane Database y PEDro, desde enero de 2003 a enero de 2010 y utilizando las palabras clave: «amputation», «amputee», «mobility», «test», «scale», «rehabilitation», «walking» y «gait». De los 171 resultados iniciales, se seleccionaron los artículos en castellano o inglés que fueran ensayos clínicos aleatorizados, metaanálisis, revisiones sistemáticas, artículos de revisión o guías de práctica clínica, resultando un total de 29 referencias bibliográficas. De ellas, 6 eran revisiones sistemáticas o artículos de revisión y 2, guías de práctica clínica.

Valoración de la movilidad
En la literatura podemos encontrar referencia de múltiples escalas genéricas y específicas, cuestionarios y diversos tests de ejecución, pero no se ha logrado un consenso para determinar cuáles son las herramientas más adecuadas y eficientes para valorar la movilidad en el paciente amputado14.
Los cuestionarios y escalas requieren tiempo para su aplicación, que en ocasiones resulta difícil en pacientes geriátricos o con deterioro cognitivo. Algunos de los más utilizados son:
Específicos de movilidad
  • • The Locomotor Capabilities Index1516: valora la capacidad locomotora global y el nivel de independencia del paciente. Se trata de un cuestionario autoaplicable diseñado para personas con amputación de extremidad inferior. Consta de 14 preguntas sobre diferentes actividades locomotoras. Se subdivide en dos subescalas de 7 ítems cada una: actividades básicas y avanzadas, y puntúa el grado de independencia percibida por el individuo para realizar cada una de las 14 actividades utilizando la prótesis. Cada ítem se valora mediante una escala ordinal de 4 puntos (0: no es capaz, 1: requiere ayuda, 2: requiere supervisión, 3: independiente). La puntuación final oscila entre 0 y 42 y una mayor puntuación implica un nivel mayor de funcionalidad.
    Este método ha sido validado y se ha demostrado su reproducibilidad con una buena coherencia interna1516. Se considera una medida efectiva para valorar la capacidad locomotora del amputado de extremidad inferior con la prótesis.
    Existe una versión (LCI-5) que puntúa en escala ordinaria de 0 a 4, incluye el uso de ayudas para la marcha y ha mostrado mejor propiedad psicométrica que la versión original614. Miller et al concluyeron que el LCI y el LCI-5 son medidas apropiadas cuando el objetivo es medir el cambio relacionado con el tratamiento17.

  • • Prosthetic Evaluation Questionnaire-Mobility Subscale (PEQ- MS)18: es la subescala dedicada a la movilidad del Prosthetic Evaluation Questionnaire (PEQ). Se trata de un cuestionario autoaplicable y específico para amputados de extremidad inferior que consta de 4 subescalas: función de la prótesis, movilidad, experiencia psicosocial y bienestar. El PEQ-MS valora la capacidad del individuo para la movilidad básica con la prótesis durante las 4 semanas previas a la realización del cuestionario. Implica ítems relacionados con la capacidad de deambulación (8 ítems) y de transferencias (5 ítems). Cada ítem es valorado mediante una escala visual analógica, aunque autores como Miller et al17 han recomendado utilizar una escala numérica de 0-10. Puntuaciones más altas implican mayor movilidad. Se ha demostrado su consistencia interna y su reproducibilidad18. Puede resultar útil para valorar los cambios relacionados con el tratamiento1617.

  • • Clinical Outcomes Variable Scale: esta escala valora la movilidad, pero no es específica para población amputada18. Se trata de una batería de 13 instrucciones definidas como «movimiento de una posición a otra, o de un lugar a otro, a poca distancia o girando». Fue desarrollada para identificar los objetivos del tratamiento respecto a la movilidad y para valorar la efectividad del tratamiento rehabilitador. A pesar de su excelente fiabilidad, la ICF en su informe de 2005 concluye que no existe evidencia suficiente para apoyar su uso en la rehabilitación del paciente amputado16 y que el tiempo que requiere aplicarla (20-45 min) se opone a su uso habitual en la clínica.

  • • Rivermead Mobility Index: este índice valora la capacidad percibida por el paciente para realizar 15 actividades fundamentales relacionadas con la movilidad: 14 preguntas son directas para el paciente y 1 ítem es de observación. Inicialmente se desarrolló para población con enfermedad neurológica, pero también se ha utilizado en pacientes amputados. En amputados de extremidad inferior presenta una excelente validez convergente y fiabilidad, pero la ICF no recomienda su uso, ya que se necesita la validación para demostrar diferencias entre grupos establecidos o predecir resultados1619.
No específicos
  • • Houghton Scale: se trata de una escala autoaplicable, utilizada para valorar principalmente el uso de la prótesis20. Consta de 4 categorías y la última de ellas tiene 3 subcategorías que valoran la sensación de estabilidad con la prótesis en distintas situaciones. Valora el uso de los miembros inferiores en el desplazamiento, la utilización de la prótesis para deambular por interiores y exteriores y la percepción del amputado al caminar por diferentes terrenos. El resultado final es la suma de todos los ítems, obteniendo un total de entre 1 y 12 puntos. Mayor puntuación implica mayor uso de la prótesis, lo que puede reflejar indirectamente una mayor capacidad de movilidad. En diversas ocasiones se ha considerado útil como indicador de la capacidad de rehabilitación y de la funcionalidad del amputado. Su uso está recomendado por la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud de la Organización Mundial de la Salud (ICF)16.
  • • SIGAM21: basado en el Harold Wood Stanmore Mobility Scale, describe seis niveles de capacidad de deambulación clínicamente significativos. Se trata de un cuestionario autoaplicable con un algoritmo para facilitar la clasificación cuando las preguntas y las respuestas no concuerdan. Se le reconoce excelentes fiabilidad, validez y reproducibilidad, pero no es sensible a la mejoría de la movilidad, que sus preguntas no valoran específicamente. La ICF recomienda su uso como clasificación de la capacidad de deambulación en la población amputada16.
Para la correcta valoración de la movilidad del paciente amputado, también resulta útil realizar la categorización funcional de la marcha: generalmente basada en la cantidad de ayuda personal necesaria y el uso de ayudas técnicas16.

Hay algunos tests sencillos y rápidos para valorar la movilidad que pueden resultar útiles en rehabilitación tanto para la investigación como en la práctica clínica diaria. En la revisión sistemática de escalas para valorar la movilidad en pacientes amputados de extremidad inferior de Rommers et al22, los autores concluyeron que medir la movilidad con una sola escala tiene limitaciones. Se incluyeron tests de deambulación, distancia recorrida y velocidad de marcha, pero no encontraron consenso sobre la escala ideal.

Valoración de la marcha
Los tests de marcha son medidas cuantitativas de velocidad y distancia que también ofrecen información indirecta sobre la capacidad funcional y de ejercicio del individuo. Estos tests valoran distintos aspectos de la movilidad como la velocidad (p. ej., 10-meters Walk Test), las habilidades ambulatorias (p. ej., L-Test) y la resistencia submáxima (p. ej., 2-Minute Walk Test).

Estos tests se correlacionan en diferentes grados con el consumo de oxígeno la capacidad ventilatoria, con algunas medidas de función pulmonar y con la morbimortalidad23. Además, proporcionan información esencial sobre la deambulación con dispositivos protésicos durante la rehabilitación y el seguimiento de sujetos que han sufrido amputación de extremidad inferior23. Las ventajas de los tests de marcha son la sencillez de realización y su validez. La desventaja, la falta de datos normativos publicados en población amputada respecto al nivel de amputación, edad y ayudas técnicas para la marcha18.

Hay múltiples clasificaciones y pruebas; aquí se hace referencia a las consideradas más eficientes para los pacientes amputados:
  • • Test de marcha:
    • – Con tiempo fijo: 2 y 6 min de marcha (2-MWT, 6-MWT).
    • – Con distancia fija: 10-meter Walk Test.
  • • Test de ejecución:
    • – Timed Get Up and Go.
    • – The L Test of Functional Mobility.


Test de los 2 y 6 min de marcha (2-MWT y 6-MWT)
2-MWT y 6-MWT son versiones reducidas del 12-MWT, ampliamente utilizado para la valoración de pacientes con enfermedad respiratoria. Butland et al24 demostraron que el 2-MWT tiene una alta correlación con el 12-MWT (r=0,86) y el 6-MWT (r=0,89). Esto es importante, ya que muchos sujetos con amputación de extremidad inferior no son capaces de deambular durante 6 min, especialmente pacientes de nivel femoral y al inicio de la rehabilitación25, casos en que el 2-MWT podría resultar de utilidad.
Para realizar el test, el paciente debe caminar durante 2 o 6 min alrededor de dos marcas dispuestas a 25 m de distancia entre ellas, registrando el número de metros que recorre en ese tiempo. El 2-MWT tiene una buena validez al realizarlo tanto a velocidad confortable como a velocidad rápida (coeficiente de correlación test-retest, 0,83-0,98)8.
Brooks et al3, coincidiendo con Guyatt et al26 (que realizó sus estudios en pacientes con EPOC y/o insuficiencia cardiaca), sospecharon un efecto aprendizaje en el 2-MWT que se consideró irrelevante al analizar los resultados. Bernstein et al27 demostraron que la distancia recorrida en el test tiene una correlación moderada-fuerte con la medida de consumo de oxígeno. Brooks et al3 concluyeron que se trata de un test sensible a los cambios producidos por la rehabilitación y que la distancia obtenida en el 2-MWT se correlaciona con medidas de función física y con el uso de la prótesis en pacientes con amputación de extremidad inferior826. El 2-MWT presenta una buena fiabilidad intra e inter observador en pacientes con amputación transtibial3. Puede resultar difícil realizarlo en un entorno ambulatorio por necesitar una pista de 20 m, libre de pacientes y con personal para conducir y supervisar el test sin distracciones.
El 2-MWT es una prueba práctica, simple, rápida y sencilla de aplicar3. Se considera el más eficiente de los tests de marcha. Es sensible a los cambios durante la rehabilitación y permite detectar cambios en la función ambulatoria. El 2-MWT valora la habilidad para caminar y actualmente no hay una medida de referencia para la función física que evalúe específicamente la habilidad para deambular tras sufrir una amputación a nivel de extremidad inferior8.
Estos tests se utilizan con frecuencia para determinar el progreso de la capacidad de resistencia para la marcha utilizando el dispositivo protésico y pueden servir también para valorar la capacidad de marcha comunitaria.
Los tests de marcha se consideran válidos y fiables y se recomienda su uso en la práctica clínica habitual28.

Test de los 10 metros de marcha
El test consiste en registrar el tiempo que requiere el individuo para recorrer una distancia de 10 m a su velocidad habitual, iniciando la prueba desde la posición de bipedestación. Se trata de un test utilizado principalmente en pacientes neurológicos, pero se considera con validez suficiente para su utilización en sujetos con amputación de extremidad inferior a nivel transfemoral y transtibial17.
Los resultados obtenidos permiten calcular la «velocidad de marcha» (metros/segundo). Este es un parámetro que puede resultar útil para caracterizar la capacidad de marcha del individuo8.

Timed Up and Go Test (TUGT)
El Get up and go test fue desarrollado inicialmente por Mathias et al para estudiar la alteración del equilibrio en pacientes ancianos. Este test valora muchos de los componentes de la movilidad básica, como el equilibrio, las transferencias y la capacidad de deambulación y de giros durante la marcha. El paciente inicia el test sentado en una silla con reposabrazos. Debe ponerse en pie, caminar de forma segura a velocidad confortable hasta una línea situada a 3 m, girar 180° y caminar de vuelta hacia la silla hasta sentarse de nuevo. Se registra el tiempo (en segundos) que requiere para completar la prueba desde que la espalda del individuo se despega del respaldo de la silla hasta que vuelve a apoyarla. Durante la prueba el investigador se mantiene en pie junto a la silla y no da ninguna instrucción verbal.

El TUGT tiene una validez intraobservador de r=0,93 y una validez interobservador de r=0,96, y además se ha demostrado que tiene relación con el Sickness Impact Profile y otros instrumentos de medida de movilidad en ancianos con amputación de miembro inferior29. Presenta una buena correlación con el Berg Balance Scale (r=–0,81), con la velocidad de marcha (r=–0,61) y con el índice de Barthel para actividades de la vida diaria (r=–0,78). Además, según Podsiadlo et al, puede predecir la capacidad de deambular por exteriores de forma independiente y segura y se considera que refleja la capacidad de deambulación por interiores29. Concluyeron que el TUG es un instrumento rápido, fiable y válido para valorar la movilidad física en pacientes ancianos. Schoppen et al confirmaron que el TUGT es una medida fiable y válida de la movilidad física también en ancianos con amputación de extremidad inferior; hallaron buena fiabilidad intra e inter observador y entre observadores, de forma que puede utilizarse como un instrumento rápido, sencillo, objetivo y fiable para valorar la movilidad física del paciente con amputación de extremidad inferior29.

Es un test simple, rápido y fácil de realizar, no requiere equipamiento especial, entrenamiento ni personal experto para su realización, por lo que puede incluirse fácilmente como rutina en la exploración1229. Puede utilizarse como herramienta descriptiva, test de cribado o para monitorizar la evolución del paciente25.

L-Test
El L-Test es una versión modificada del TUGT y requiere un mayor nivel de habilidad, ya que incorpora giros en ambos sentidos, la transferencia de sedestación a bipedestación y la distancia total recorrida es de 20 m, todas ellas habilidades necesarias para realizar una vida independiente, al menos en las tareas domésticas. Deathe et al10 describieron un efecto techo en la versión del TUGT que implica una distancia total de 6 m, especialmente en amputados jóvenes y en mayores con buena forma física.

Para realizar el test se registra el tiempo que requiere el individuo para: ponerse en pie desde una silla sin reposabrazos, caminar 10 m (en forma de L, 3×7 m) a su velocidad habitual, girar 180° y volver (10 m en forma de L) hasta la posición de sentado. El tiempo necesario para completar el L-test es generalmente el doble del TUG y se aproxima a los 2 min (como el 2-MWT), lo que indica que el L-test podría servir como herramienta para valorar la transición entre la capacidad de marcha por interiores (reflejada por el TUG) y la capacidad de marcha comunitaria (reflejada por el 2-MWT)10.

El L-test ha mostrado excelente fiabilidad del observador y entre observadores. Se le atribuye menor efecto techo que al TUG y, por lo tanto, resultaría más sensible a los cambios que puede presentar el paciente amputado. Es un test que proporciona información clínica práctica y útil para el control del paciente tanto en régimen hospitalario como ambulatorio.

Reflexiones personalesEn la literatura encontramos multitud de cuestionarios, tests y escalas que sirven para valorar la movilidad del paciente amputado, pero debemos seleccionar las que, por su sencillez y rapidez de ejecución, resultan compatibles con nuestra práctica clínica diaria.

El uso habitual de estas herramientas en la práctica clínica y su validación en poblaciones determinadas, como los pacientes amputados, son necesarios para poder llegar a un consenso sobre su uso y su capacidad biométrica.
El uso de tests y escalas específicas nos permite obtener una información de mayor cualidad sobre la movilidad del paciente. Considerando por una parte que su aplicación no requiere de infraestructura ni personal cualificado y, por otra, que requieren de tiempo y la capacidad de colaboración del paciente, podemos plantear su uso en el ámbito de la investigación y dentro de la práctica clínica habitual para completar la valoración de determinados pacientes, como los susceptibles de cambios en su capacidad de movilidad o en pacientes pendientes de protetización definitiva, teniendo en cuenta que la mayor parte de la información que nos ofrecen es subjetiva, declarada por el propio paciente.

Los tests de marcha y las pruebas de ejecución son rápidos y sencillos y ofrecen una información objetiva, suficiente y reproducible para realizar un control evolutivo sencillo del paciente amputado. Por este motivo, serán más fácilmente aplicables en nuestra práctica clínica habitual.

ConclusionesDe esta revisión se concluye que las escalas y los tests específicos, así como los tests de marcha y ejecución, nos aportan una información muy valiosa para valorar la movilidad y la función del paciente amputado de extremidad inferior.

Los tests de marcha y de ejecución son sencillos y rápidos. El 2-MWT podría ser el test de elección en las fases tempranas de la rehabilitación y en pacientes con amputación de nivel femoral, reservando el 6-MWT para los pacientes amputados de nivel tibial ya protetizados. El test de los 10 m puede tener utilidad para el cálculo de la velocidad de la marcha y puede realizarse al mismo tiempo que los anteriores. EL TUGT y el L-Test son de gran utilidad y aportan información sobre la movilidad básica incluyendo la valoración del equilibrio, transferencias, deambulación y giros durante la marcha. El L-Test es recomendable en pacientes más jóvenes o con mejor forma física, ya que no se le reconoce efecto techo y es más sensible que el TUGT a los cambios que puede presentar el paciente. El L-Test podría servir como herramienta para valorar la transición entre la capacidad de marcha por interiores y la capacidad de marcha comunitaria.

Conflicto de interesesLos autores declaran que no hay conflicto de intereses relacionado con este trabajo.
Recibido 11 Julio 2010
Aceptado 16 Septiembre 2010

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